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Senderismo con familias. De Puentes y Murales

Dom, 24/03/2019

Me gustaría empezar estas líneas animando a padres a participar  en las actividades extraescolares que organiza el centro y que tienen como objetivo primordial fomentar la convivencia entre las familias que forman la prestigiosa comunidad educativa de este maravilloso colegio que es el BIOS de Talavera. La afirmación anterior la realizo desde la más estricta objetividad porque ya  no formo parte de esa familia desde hace dos años, pero me siento orgulloso de haber compartido con profesores, alumnos y personal no docente momentos muy gratos en el pasado y a todos ellos les estoy profundamente agradecido por la educación que ha recibido mi hija en los años en los que estuvo inserta en esa comunidad.

Cada año que mi hija permaneció en el colegio BIOS fue muy gratificante para nosotros como padres. Creo que merece la pena colaborar en estos eventos y que no es mucha molestia dedicar un domingo a participar en ellos. Vuestros hijos os lo van a agradecer y vosotros os vais a sentir más satisfechos al verles a ellos sonreír y jugar y compartir su felicidad con otros compañeros fuera de las aulas y abandonando la rutina diaria. Animaos y, en la próxima salida, os quiero ver a todos presentes. Merece la pena, sinceramente, madrugar, aunque sea un domingo, para hacer un poco de deporte y salir de la monotonía  dominguera. Al ver a vuestros hijos disfrutar también vais a disfrutar vosotros.

Ahora voy a narrar, de forma sucinta, las vivencias sentidas el pasado día 24 de marzo en la marcha realizada y que tuvo su salida y llegada en las puertas del CPEE BIOS de Talavera de la Reina. Las diez era la hora fijada para partir y, aunque algunos no fueron muy puntuales, comenzamos a marchar lentamente, después de haber estudiado y fijado cuál era la ruta más conveniente a seguir, teniendo en cuenta los posibles problemas que podría acarrear en la salud de los participantes la plaga de procesionaria que afecta estos días a los pinos. Por  ello y con la aquiescencia de todos los participantes decidimos realizar la ruta de los puentes, completándola con la observación de algunos de los murales de cerámica de Talavera que jalonan el recorrido.

A los pocos minutos de iniciar el recorrido, se incorporaron tres participantes más, por lo cual el número total de   marchantes se elevaba a doce, si no he contado mal. Un número exiguo, pero suficiente para dar alegría a la ruta y hacerla más amena. La ruta elegida discurría por la antigua cañada de Merinas, hoy reconvertida en camino para senderistas, paseantes y ciclistas. Es un recorrido suave en el que el único incidente resaltable es el encuentro con unos perros que no tenían mala pinta, pero al estar sueltos algo imponían. Sin mayores incidentes nos presentamos en el puente del Alberche, sobre el cual discurre la carretera nacional 5 y junto al cual aparecen las ruinas del antiguo puente, paralelo al moderno y construido con ladrillo y argamasa, aunque está derruido, conserva los restos de los pilares que emergen a lo largo de la vereda que circunda el río. Ese fue nuestro siguiente objetivo: observar el caudal del río que en este periodo de sequía que padecemos era prácticamente un hilo de agua apenas visible. Repusimos fuerzas junto a unas escaleras que dan acceso a la carretera y, una vez solazados con el breve descanso y algunas viandas, nos encaminamos a nuestro siguiente y lejano objetivo: El Puente de Castilla La Mancha, también conocido por estos lares como puente atirantado, por la forma de sus sujeciones. La ruta es más larga y pedregosa, ausencia de sombras cuando el calor empezaba a hacerse notar.

Llaman la atención de los viandantes las alamedas del Tajo plagadas de árboles podados y en algunos casos talados. Se comenta cuáles serán las razones de esta llamativa situación.  Será una poda ecológica o provocada por alguna enfermedad. También observamos unas construcciones de hormigón a los lados del sendero. Dedujimos que estarán destinadas a una central eléctrica por la existencia en las proximidades de numerosas torres de conducción de esta energía.

Por fin arribamos al puente de Castilla La Mancha. Allí un breve descanso nos permitió decidir cuál sería la ruta más conveniente a tomar para poder llegar cómodamente a un lugar donde  compartir nuestras viandas y almorzar en paz y a la sombra de un frondoso bosque. El camino elegido pasaba sobre el puente y, una vez rebasado este, tomamos un sendero a la derecha que nos conduciría directamente al parque denominado de Los Sifones, situado a orillas del río Tajo y muy próximo al siguiente puente, el denominado puente del Príncipe. 

Llegó la hora de la comida en medio de un arbolado parque en el que las zonas de sombra eran escasas, pero el sol se agradecía y el frescor propio de las alamedas ribereñas invitaba al descanso y a la relajación. La comida fue provechosa para el cuerpo y el espíritu. La conversación gratificante y amena invitaba a estar allí mucho tiempo, pero había que continuar la ruta. Y eso hicimos, después, recuperadas las fuerzas y realizadas las preceptivas fotos volvimos a la ruta, discutiendo sobre el tamaño de algunos tocones (árboles talados). La tarde invitaba al paseo, temperatura agradable, cielos azules, camino suave. Todo eran ventajas para los excursionistas. Pasamos por debajo del tercer puente, denominado Puente del Príncipe y sobre el que transcurre la carretera de Alcaudete. Y casi sin darnos cuenta llegamos al mencionado “Puente romano”, aunque de romano, romano tiene poco, es el más antiguo de todos y hoy sólo es de uso peatonal. Pero no lo recorrimos porque nuestro objetivo era cruzarlo para seguir el sendero que conduce al quinto puente de nuestro recorrido, el llamado “Puente de Hierro” o  puente de la Reina Sofía, inaugurado hace más de cien años. Atravesarlo y recorrerlo supone un verdadero placer por el frescor que desprenden las aguas del Tajo y que sirven para aliviar el calor que a esas horas de la tarde produce la larga marcha. La contemplación de la fauna ribereña induce aún más a disfrutar del paseo observando los movimientos de los animales acuáticos que en esta zona se multiplican. Es gratificante llegar a la otra orilla del puente para volver a recuperar el paisaje urbano y asombrarse con los maravillosos murales de cerámica que se han erigido en las proximidades del Monasterio de Santa Catalina, en cuyo muro de acceso se encuentra reproducida la imagen de la patrona de Talavera. Y admirar la otra obra emblemática de los alfares talaveranos, situada en los muros del Museo Etnográfico, que representa la pesca artesanal en el Tajo, como se realizaba en los siglos pasados. Reconfortados por estas extraordinarias muestras de arte Talaverano, nos dirigimos a los jardines de la Alameda.   Nos llama la atención un pequeño templo dedicado a la Virgen de Guadalupe que señala el camino que atraviesan los peregrinos en su trayecto hacia el santuario de Extremadura. Ya metidos en los jardines de El Prado, contemplamos el templo de la Patrona de Talavera y nos vamos de regreso a nuestro lugar de partida, el Colegio Bios, donde finaliza nuestro apasionante recorrido. Hemos disfrutado de un magnífico día al aire libre. Nos hemos sentido gratamente acompañados y nos hemos divertido de lo lindo compartiendo nuestras sensaciones en un ambiente relajado y tranquilo.

Estamos ansiosos de volver a repetir una experiencia como esta, pero la próxima vez con la compañía anhelada de todos los ausentes a los que esperamos para regalarles una sonrisa, un abrazo y una sincera y acogedora bienvenida a nuestra próxima marcha.

En este enlace puedes ver algunas fotos de la jornada

Fdo.: Raúl García Díaz