Qué hacemos

Una Jornada particular

Dom, 20/11/2016

He escogido este título en alusión a una película italiana que describía la historia de un día cualquiera y discurría entre opiniones , diálogos , experiencias particulares, interés por ayudarse, colaborar en las tareas comunes y, sobre todo, buscar otras formas de divertirse un día de fiesta en el que la climatología adversa impide las actividades al aire libre. Esto sería comparable con las vivencias que protagonizamos un grupo de alumnos, padres, madres y profesores y profesoras del colegio el pasado domingo día 20 de noviembre de 2016.

El día  amaneció desapacible y lluvioso. Enseguida nos acordamos de la jornada de convivencia organizada el curso pasado porque el tiempo era exactamente igual ¡Qué casualidad!   Pero esta circunstancia no nos amilanó y todos los que allí, en BIOS, nos reunimos ese domingo estábamos guiados por un mismo objetivo: disfrutar todo lo posible de la compañía de los demás y que nuestros hijos fuesen felices que es lo más importante. Para ello contamos con la inestimable colaboración de los profesores del centro que tuvieron la deferencia de acudir al evento con unas ganas locas de hacérnoslo pasar bien, no escatimando esfuerzos para que esta jornada fuese, para todos nosotros, inolvidable.

La mañana comenzó sobre las 11 con los preparativos de los variados juegos dispuestos por el profesor Emilio, que, a imaginación, no le gana nadie porque siempre tiene una idea nueva para hacer más ilusionante e interesante cualquier competición por muy extraña que parezca.

Se formaron dos equipos (azul y rojo), cuyos capitanes eligieron a sus componentes por turnos, y en los que se fundían personas de muy diversas edades.

Tras una presentación, a modo de Champions, en el centro de la cancha, comenzaron las pruebas.

Preparados, listos, ya…, cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos compitiendo y el potente y sonoro silbato de Emilio nos indicaba el comienzo de cada prueba. Hubo de todo: carrera con ruedas, tablas sobre las que se desplazaban los participantes por dúos o tríos, canales artificiales por los que corrían docenas de pelotas de tenis, colchonetas cargadas con niños que eran transportados a gran velocidad, etcétera…. Debo confesar que algunos, a causa de las prisas por ganar o por no perder, estuvimos a punto de rompernos la crisma, pero conseguimos lo que pretendíamos que era divertirnos y compartir nuestra alegría con los demás.     

Se me olvidaba lo del ladrillo en la cabeza. Una prueba, perdón por la expresión, con muy mala leche, porque los participantes tenían que ponerse en la cabeza un ladrillo e intentar aguantar el mayor tiempo posible sin que el ladrillo se les cayese. Digo lo de la mala leche porque en un determinado momento estaban permitidos los empujones contra el adversario, lo  cual generaba situaciones cómicas e intenciones aviesas en algunos y algunas con tal de vencer en la prueba. Nos entretuvimos un montón, nos cansamos algo y se nos pasó el tiempo volando.

Con tanto trajín, casi no nos acordábamos de que era la hora de comer. Había que reponer fuerzas para seguir disfrutando de la buena compañía y nada mejor que degustar la gran variedad de platos preparados con todo cariño por los padres, las madres, los profesores y las profesoras de esta encantadora comunidad educativa. Estábamos deseosos de probar las exquisitas viandas traídas con sumo cuidado y mucho amor. El comedor estaba preparado, bueno casi listo, porque, cómo no éramos muchos, hubo que agrupar algunas mesas. ¡Que aproveche! pensamos todos y comenzamos a probar los ricos manjares. No quiero haceros la boca agua, pero mencionaremos algunos platos deliciosos: tortilla de patatas, espaguetis, empanada, creo que era gallega y la había condimentado la directora del centro, Teresa. Albóndigas de Rocío, filetes empanados de Emilio, los garbanzos con tomate y garbanzos en salsa de mi mujer, en fin, como veréis, hemos atribuido platos a diestro y siniestro. Se me olvidaba la maravillosa ensaladilla rusa de Nieves. Entre plato y plato, José Luis nos repartía unos magníficos canapés de queso y un exquisito membrillo de Priego de Córdoba. Eran unos extraordinarios bocados. Pero quedaba lo mejor, el postre.  Unas buenas mandarinas y, ¡sorpresa!, un extraordinario brazo de gitano que hizo las delicias de los más golosos. ¡Felicidades a todos los cocineros y cocineras!

Un ratito de charla para intercambiar opiniones y experiencias, un cafelito, y llegó el turno de José Luis y su juego de lógica e inteligencia africano.

Formados los equipos, nos dispusimos a ordenar, tal y como señalaba el guión, las tarjetas que nos entregaron siguiendo la lógica impuesta por las pistas. Fue genial, porque el juego es tan interesante que no puedes dejar de dar vueltas en tu mente hasta lograr colocar de forma ordenada cada una de imágenes presentadas y hay que decir que, algunos, nos pasamos casi una hora para resolver el enigma. ¡Felicidades a los ganadores y al ingenioso  organizador!.

La tarde tocaba a su fin. En el exterior continuaba lloviendo y lloviendo, pero a nosotros se nos había pasado el día sin apenas darnos cuenta. Lamentando que terminase tan pronto y sintiendo la marcha de algunos participantes que, por diversos motivos, se tuvieron que ausentar  antes de tiempo. No obstante los participantes queremos agradecer desde aquí al centro y a todos los profesores y profesionales que en él trabajan el interés y la voluntad de hacer la vida más agradable a los que se lo merecen todo. Y esto no tiene precio. Desde aquí quiero animar a todas las madres y padres, que no asistieron a esta jornada, a participar en las próximas convivencias o actos que se realicen, no sólo porque se van a encontrar con personas bondadosas y dispuestas a hacer todo lo posible por alegrar la vida a lo demás, sino, sobre todo, porque sus hijos e hijas también se van a encontrar mejor, más contentos y más queridos.  Gracias a todos por esta estupenda jornada particular y hasta la próxima.

Podeís ver aquí las fotos de esta jornada de convivencia con familias

Fdo. Raúl García Díaz